Esta es la situación que vive diariamente una empleada domestica que para poder subsistir debe perder todo ese tiempo a la espera de un micro.
Luisa es una empleada domestica de Tres Porteñas que tiene su trabajo en el casco céntrico de San Martín. Su horario de servicio es de cuatro horas pero cuando sale empieza una odisea para esta mujer.
Si tiene suerte puede alcanzar el colectivo de las 12.45 horas pero si no es así debe esperar hasta las 20.30 horas que pasa el otro micro.
La pandemia ha afectado a todos de diferente manera en este caso Luisa estuvo sin trabajar por la cuarentena y cuando puede volver a generar sus ingresos tiene que acomodarse a los horarios del colectivo que tienen distancia escandalosa entre una frecuencia y la otra.
De esta manera las empresas de transporte deberían hacer una mea culpa y ofrecerles más beneficios a los usuarios teniendo en cuenta el frío de esta época, la inseguridad y sobre todo la salud de las personas que viven en los distritos.
Por su parte a raíz de los constantes reclamos que recibe Radio Regional con respecto a los colectivos surge el interrogante sobre sí solo el Gobierno gestiona en beneficio de la urbes y a la zonas alejadas las deja a la buena de Dios.
Es un trabajo de quienes están a cargo del transporte público de al menos agregar frecuencias que tenga un distanciamiento horario menor para que aquellos que son usuarios habituales puedan disfrutar del calor de su hogar y no exponerse hasta ocho horas a las intemperie.
Por redacción.